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  >  Llaneridad   >  Descendiente muisca narra su asombrosa experiencia por la ciudad de Manoa, en Aguazul Casanare.

#Aguazul #Casanare #Colombia

Con el nombre indígena Siratá, se le conoce a José Crisanto Lizarazo Gómez, un personaje descendiente cultura Lache o Muisca colombiana. Fotógrafo de profesión, pero, además, cuidador de la madre tierra y del agua, caminante de montaña y escritor.  

 

Nació en Jericó Boyacá y desde pequeño le ha gustado investigar las cosas intangibles y de misterio. Actualmente, se dedica a lo ancestral al cuidado de la naturaleza, a los cultivos orgánicos, le apasiona orientar a las personas en cuanto a la medina tradicional natural, ejecuta el circulo de la palabra, prende el fuego sagrado y comparte medicinas ancestrales.  

 

Es un amante de las montañas y los paisajes, ha recorrido diferentes lugares ancestrales del país. Su propósito es buscar en estos destinos un turismo especial y espiritual que respete la naturaleza y la ame, que se pueda disfrutar y conservar tal y como son, sin causar impactos.   

“En ese lugar hay una ciudad en otra dimensión, una ciudad maravillosa y es muy difícil de describir en el mundo físico. Hay seres altamente espirituales, no existen las leyes que nosotros tenemos aquí en el mundo material, porque aquí tenemos leyes por ejemplo de frio, calor, hambre, sed y allá no existe nada de eso, es un lugar paradisiaco donde todo es maravilloso. Se me presentó la oportunidad de entrar a esa ciudad verla en cuerpo físico y fue maravilloso, es increíblemente fuera de serie. Manoa se interpreta como el dorado, oro físico, oro espiritual; eso es lo que quiere decir Manoa”.
José Lizarazo
Descendiente muisca y escritor.

Su Historia en Manoa

Finalizando el año 1970, un amigo caminante de montaña, le informó que en los llanos orientales existe una ciudad fantástica, de oro, de miles de calles, muros de cristal, y habitada por una raza catira de habitantes. Eso le llamo mucho la atención e inició a investigar el lugar.  

 

Al año siguiente, con tan solo 21 años emprendió la aventura, se trataba de Farallones de San Miguel en Aguazul, Casanare. Realizó 7 viajes durante 13 años, cada viaje siempre perduraba entre 15 días y 1 mes, el acceso era complicado y caminar era muy dispendioso por la topografía del terreno y por las dificultades que se presentaban. En el sexto viaje desistió de seguir investigando, a causa de que no encontraba la ciudad que buscaba, y fue en la séptima visita, por acompañar a un amigo, que su experiencia cambio, pues encontró una ciudad perdida, bajo túneles laberintos y peligros, en una especie de Atlántida.  

 

El largo y minucioso viaje a Farallones de San Miguel lo inspiraron a escribir un libro titulado Manoa. Su idea principal fue dar a conocer los misterios de Manoa y lo que existe en este lugar, las experiencias de cada viaje se relatan en la obra. Para él su testimonio e historia en la ciudad perdida la considera maravillosa y fantástica. La narra como si hubiese estado en un sueño, se nota lo orgulloso que se siente de haber ido a este destino natural extraordinario.  

 

Siratá, después de descubrir y vivir en persona cada rincón de este asombroso terreno, bautizó a Farallones de San Miguel con el seudónimo de Manoa, es un nombre ancestral y antiguo, significa el dorado. José Lizarazo, trabaja para fortalecer el turismo responsable en Colombia, capacita e inspira a otros. Siempre cuenta el viaje a Manoa como la mejor experiencia de su vida y organiza expediciones para los que no conocen este atractivo patrimonial.  

 

Su mensaje, es una invitación a la comprensión y comunicación con el entorno espiritual y lo simbólico.