Finalizando el año 1970, un amigo caminante de montaña, le informó que en los llanos orientales existe una ciudad fantástica, de oro, de miles de calles, muros de cristal, y habitada por una raza catira de habitantes. Eso le llamo mucho la atención e inició a investigar el lugar.
Al año siguiente, con tan solo 21 años emprendió la aventura, se trataba de Farallones de San Miguel en Aguazul, Casanare. Realizó 7 viajes durante 13 años, cada viaje siempre perduraba entre 15 días y 1 mes, el acceso era complicado y caminar era muy dispendioso por la topografía del terreno y por las dificultades que se presentaban. En el sexto viaje desistió de seguir investigando, a causa de que no encontraba la ciudad que buscaba, y fue en la séptima visita, por acompañar a un amigo, que su experiencia cambio, pues encontró una ciudad perdida, bajo túneles laberintos y peligros, en una especie de Atlántida.
El largo y minucioso viaje a Farallones de San Miguel lo inspiraron a escribir un libro titulado Manoa. Su idea principal fue dar a conocer los misterios de Manoa y lo que existe en este lugar, las experiencias de cada viaje se relatan en la obra. Para él su testimonio e historia en la ciudad perdida la considera maravillosa y fantástica. La narra como si hubiese estado en un sueño, se nota lo orgulloso que se siente de haber ido a este destino natural extraordinario.
Siratá, después de descubrir y vivir en persona cada rincón de este asombroso terreno, bautizó a Farallones de San Miguel con el seudónimo de Manoa, es un nombre ancestral y antiguo, significa el dorado. José Lizarazo, trabaja para fortalecer el turismo responsable en Colombia, capacita e inspira a otros. Siempre cuenta el viaje a Manoa como la mejor experiencia de su vida y organiza expediciones para los que no conocen este atractivo patrimonial.
Su mensaje, es una invitación a la comprensión y comunicación con el entorno espiritual y lo simbólico.