Primo extranjero del mamoncillo, esta drupa (frutos carnosos con una sola semilla en el centro), es originaria del sudeste asiático y se cree llego a América a principios del siglo veinte. Al interior de su particular cáscara se esconde una pulpa blanca y jugosa que puede llegar a ser (si está maduro) muy dulce y mielosa.
Con un aspecto cómo de otro planeta, este curioso, exótico y muy popular fruto se ha convertido en el favorito de los comerciantes ambulantes de fruta de los concurridos centros de las capitales de la Ruta65 (Villavicencio – Yopal).
Rico en vitamina C, riboflavina, proteínas y minerales, este nutritivo fruto ayuda a aumentar la energía, y ¿por qué no?, calmar un antojo de dulce, y que mejor forma de hacerlo que a través de este delicioso postre de la naturaleza.