Familiar para pocos, peculiar y extraño para muchos, este instrumento que usaron los indígenas para marcar los bajos de las tonadas está compuesto por un cilindro de madera hueco en sus dos extremos, uno de ellos forrado con un cuero que lleva una vara de madera en el centro. Para tocar el instrumento se unen las palmas de la mano con la varita en el medio y se desliza hacia abajo, produciendo una vibración de baja frecuencia que suena muy similar a un bajo moderno.
Su uso, ya en vía de extinción, se limita a exhibiciones y muestras de folclor arcaico, toda vez que en la actualidad son muy pocas las personas capacitadas para interpretar este instrumento tan peculiar.