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  >  Ruta65   >  Capón de ahuyama, un platillo de recipiente comestible

#LlanosOrientales #Colombia #Ruta65

En los llanos orientales se esconde una preparación tan única como deliciosa, este producto gastronómico tan excepcional se sirve en un recipiente que a la vez es un ingrediente.  

Las planicies colombianas albergan una inmensa variedad de alimentos y cultivos, la ahuyama es uno de ellos. Su sencilla siembra, su gran tamaño y su elevado valor nutricional, la han convertido en protagonista de diversas preparaciones. 

Este es el caso del capón de ahuyama, una mezcla de carne de res picada, hogao (sofrito de tomate, cebolla, comino y ajo) y queso blanco que, según la zona, el gusto, o incluso, la familia, puede llevar ingredientes adicionales como: maíz, arroz, pollo, entre otros y lo más importante, se sirve y se hornea al interior de una ahuyama (calabacín). 

Para empezar, se debe buscar una ahuyama de tamaño mediano, removerle la tapa superior, extraerle todas las semillas con una cuchara y limpiarla bien, luego sazonarla con sal y pimienta al gusto. Aparte se sofríen la carne y el hogao sin llegar a la cocción, para más tarde, junto con el queso blanco rallado, introducirse dentro de la calabaza, y ser llevados al horno precalentado a una temperatura de 180 grados durante 15 minutos. 

El resultado final será un platillo polifacético que habrá mezclado al interior de una jugosa y nutritiva ahuyama, los deliciosos sabores y jugos de la carne de res, el hogao y el queso.  
A primera vista la preparación luce como una simple verdura horneada, sin embargo, después de retirar la tapa y dar la primera cucharada, los aromas de nuestra llanura emanarán de forma tal que lo invitarán a correr el riesgo de quemarse los labios. 

Una vez probado el primer bocado, usted sentirá como cada capa de sabor inunda su paladar, aportando notas dulces y saladas, texturas suaves y una sensación de calidez única de la ahuyama, y es que, como todo buen colombiano sabe, el sapallo, calabaza, calabacín, o como se le quiera llamar, ha sido y seguirá siendo ese ingrediente tan tradicional en la cocina colombiana que, desde niños, como decían las abuelas, “es de mucho alimento”. 

Lo invitamos a probar este y otros platillos deliciosos de la gastronomía llanera, por eso, la Ruta65 es el camino perfecto para deleitarse con cada “kilómetro” de sabor y tradición presentes a lo largo de un corredor que no solo atraviesa el llano, sino que le abre las puertas a una cultura que merece ser conocida y disfrutada. 

No deje de visitar nuestra Bitácora Viajera, y entérese de más curiosidades y delicias comestibles presentes en el corredor vial Villavicencio – Yopal.