Al mando del Coronel Castillo, el Ejército Nacional decidió construir una pista en el centro poblado del municipio que, en aquel entonces, era apenas un caserío. Los soldados de la institución y los presos políticos de aquella época fueron los encargados de limpiar y nivelar todo el terreno donde se adecuó la pista de aterrizaje.
Una vez inaugurado, el grupo Guías de Casanare del Ejército fue asignado para administrar, controlar y vigilar toda la operación en el aeropuerto. Por eso, los militantes a caballo retiraban animales, objetos e impedían que los transeúntes irrumpieran en la pista cuando un avión iba a despegar o aterrizar. De esta forma se evitaban inconvenientes que obstaculizaran el funcionamiento de la base aérea.